El título no es idea mía. A alguien se lo escuché y creo que refleja lo que está pasando en Santiago por culpa de un sistema de transportes que no funciona y que cada día tiene más enojada a la población de la capital de Chilito.
¿Qué pasó cuando planearon esto? Porque creo que lo que da más miedo es que alguien "PENSÓ" en este sistema, que alguien estudió, propuso, recalculó y todo... para que pasen cosas como la de ayer, en las que una falla del sistema de apertura de puertas del Metro teminara en una protesta espontánea- y legítima desde mi punto de vista- en contra de todo.
Al caminar por la calle la gente se ve enojada, hastiada, cansada... Es cada vez más difícil encontrar una sonrisa, un gesto amable. Hoy, andar por las calles de Santiago me da pena.
En la mañana tuve que subirme al actor más juzgado y perjudicado de todo este show: el Metro. Normalmente ando en metro, pero no a las 7:45 de la mañana. La cantidad de gente es excesiva. Andar cerca de la línea amarilla da miedo, ya que la masa de gente es tan grande y avanza tan en bloque que se tiene la sensación de que te van a empujar hacia las línea. Hoy vi mujeres con niños de la edad de mi hijo sumergidas en ese mar de gente, sosteniendo a sus pequeños en brazos para que no se perdieran, calmándolos entre esa ola de brazos, bolsos, chaquetas y bufandas. Vi una niñita que miraba con ojos de terror el momento en el que el metro abría sus puertas, ya que más que entrar parecía que los carros succionaban a la gente, dejándolos a todos como sardinas, apoyados uno en otros.
A medio camino, en Tobalaba, se subió aún más gente. La frase "Comparte tu M2" parece chiste, porque apenas tenía 40 cm2, y cero posibilidad de desplazarme.
Ahí pasó lo peor...
Antes de llegar a Salvador el metro frenó bruscamente. Sólo Dios, el maquinista y su jefe saben por qué frenó... pero dentro de los carros la escena podría haber sido parte de un sketch subible 100% a youtube como ejemplo de lo horrible y ridículo de la situación. La gente se desplomó... como dominós... uno a uno fueron cayendo, la pequeña de los ojitos asustados quedó entre su mamá y una universitaria que se dio cuenta de lo que pasaba porque se le salió el audífono del oído. Como yo estaba apoyada en el respaldo del asiento no caí, pero saqué a la niña de ahí, ya que su cara era de pánico, lágrimas en sus ojitos y temblor de manos. Se tuvieron que parar sistemáticamente, pero no se habían alcanzado a incorporar cuando el tren emprendió la marcha y todos volvieron al suelo, ahora para el otro lado. Ahí ya no fue rabia, sino risa lo que nos dio a todos. Cuando abrieron las puertas en Salvador todo el carro se reía de lo absurdo de caerse dos veces para lados distintos.
Luego, la rabia...
Y eso es lo que me da más miedo...
martes, mayo 15, 2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)